LA PUESTA Y SU ESTÉTICA

La obra presenta dos mundos: el del Príncipe, su corte y Hermiane por un lado, y el de los adolescentes por el otro. A las condiciones en estos dos mundos responden los dos estilos de actuación marcadamente diferentes con los que los actores abordaron la construcción de sus personajes.

Hermiane y el Príncipe son individuos cerebrales. La agilidad y sutileza de sus respectivos discursos, y crucialmente, el rol voyeurista que asumen, ciñen su accionar a la esfera intelectual. Su desenvolvimiento también es agarrotado en función del decoro que deben guardar. Sus gestos y posicionamiento responden principalmente a las fuerzas sociales que los anclan, así dando expresión al subtexto social que encuadra su disputa.



Todo esto contrasta marcadamente con el registro actoral de los cuatro personajes adolescentes, que se caracteriza por su fisicalidad y su dinámico arrojo. Jean Giraudoux ha observado que “[l]as mujeres de Marivaux son las hermanas mayores de las mujeres de Laclos” y que “[s]us vacilaciones, sus decisiones no vienen valoradas por su inconsistencia, sino al contrario por la vida que les confiere un cuerpo que no deja de imponerse ni un momento.” Esta caracterización del cuerpo en las obras de Marivaux resulta especialmente apropiada para La disputa, y no sólo del cuerpo femenino, sino del de todos los personajes adolescentes. El “curioso espectáculo” que propone el Príncipe reside en el vertiginoso viaje de autodescubrimiento de los jóvenes. Estos adolescentes piensan con el cuerpo y conscientemente buscan identificar la localización física de todas las sensaciones, emociones y sentimientos que los afectan a fin de comprenderlas mejor.


Todo esto inevitablemente conduce a una saturación físico-emocional. Una de las violencias perpetradas sobre ellos (y uno de los aspectos más oscuros de la pieza) es la velocidad con la que se los fuerza a lidiar con nuevas y fuertes emociones hasta entonces desconocidas por ellos. Procesos formativos que normalmente llevan 12 o 13 años son forzados sobre ellos en el espacio de unas horas: en rápida sucesión experimentan un nuevo entorno, ven sus propios rostros por primera vez (primero en las aguas de un arroyo, luego en una miniatura, y por último en un espejo), descubren que hay otros seres como ellos en el mundo, se enamoran y exploran tentativamente su sexualidad.


La identificación con esta evocación del desarrollo de sus primeras sensaciones y emociones está circunscripta por un progresivo efecto de alienación, producto de esta misma precisa intensidad. La fisicalidad de estos adolescentes responde a la deformación causada por la sobresaturación sensorial y emocional a la que son sometidos. Este distanciamiento debería permitir una reflexión crítica sobre la perversidad y crueldad del experimento, así como sobre el valor del comportamiento de los adolescentes.


El trabajo corporal de los actores que interpretan a los adolescentes fue abordado a partir de ciertas teorías afectivas y concepciones sentimentales del siglo XVIII. Esta musculatura afectiva, a su vez, está relacionada con la fisicalidad de los comediantes italianos (que cabe destacar ya no era la misma que la de los primeros actores de la commedia dell’arte que llegaron a Francia en el siglo XVI) y la profundidad psicológica de los comediantes franceses. Pues Marivaux escribe sus obras en la intersección de estas dos tradiciones. La similitud existente entre ciertas imágenes escénicas de esta puesta y ciertos grabados del siglo XVIII o ciertas pinturas de Antoine Watteau (1684 - 1721), François Boucher (1703 - 1770) o Jean-Honoré Fragonard (1732 - 1806) son el resultado de las bases conceptuales adoptadas del siglo XVIII y no de una mimesis superficial.


La puesta busca un balance entre lo ligero y lo oscuro, lo delicado y lo brutal, lo cómico y lo cruel.